Las Crónicas del Ángel Gris es un libro peculiar, y puede que para el lector que no está acostumbrado a este tipo de libros, puede no gustarle mucho la manera en la que es narrado al no ser una única historia consistente y continua, sino que son relatos cortos unidos por el lugar en donde suceden, en los cuales siempre está como protagonista la lucha entre la razón y la imaginación.
Éstos relatos, siempre ubicados temporalmente en la llamada época dorada de Flores (también llamado Barrio del Ángel Gris), manifiestan cosas que suceden en la actualidad de la sociedad: por ejemplo, las victorias de los Refutadores de Leyendas en frente de los Hombres Sensibles se reflejan en la pérdida de inocencia de los niños en la medida de que éstos dejan de creer en las figuras mágicas como el Ratón Perez y los Reyes Magos. Por otro lado, también la desaparición de los contadores de leyendas muestra a una sociedad que ya no se interesa tanto en su cultura y en su historia, prefiriendo en su lugar un entretenimiento más fácil como la televisión.
El Ángel Gris, la figura central, es el motor de la historia porque es en él (o ella) en quién los Hombres Sensibles creen y es por eso que están en discordia con los Refutadores de Leyendas. Éste ser es un ángel de menor categoría y que su regalo para sus creyentes es la melancolía y el amor (dos cosas que van de la mano para los Sensibles).
Éste libro es el perfecto si uno busca una lectura profunda, disponiendo todo el tiempo necesario, relajándose y, si es posible, con una taza de café a la mano.
¿Quién dejaría de leerlo después de asomarse a esta reseña? ¡Buenísima!
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